lunes, 10 de febrero de 2014

Mochilaaaa

No me ha poseído Pocholo, pero si perdiese la mochila Manduca seguramente acabaría como él, diciendo: "¿Y mi mochilaaaajj?”.
Ahora no dejo de ser una nueva versión de Gollum y de vez en cuando me sorprendo agazapada por los rincones de la casa abrazando a mi "precioso tesssorooo”.
Antes de nacer el Peque, a Papi se le ocurrió que podríamos comprar una mochila para pasearlo, porque en ocasiones el carrito de bebés es un poco engorro.
Una amiga me dijo que a ella le fueron muy bien los fulares y los mei-tais con sus dos nenas. Yo por entonces no tenía ni idea de que era un mei-tai siquiera.
Pues por internet vi una barbaridad de información y me encontré de casualidad la Red Cangura. Menos mal, porque si no, hubiese comprado una mochila no ergonómica que son las que venden en algunas tiendas de juguetes con sección de puericultura, y hasta en el Corte Inglés (como la famosa Baby Björn).
En resumen, que los fulares y los mei-tais molan y las mochilas también, siempre que sean ergonómicas, esto es, que no hagan daño a la espalda de los papis y sobretodo que respeten la posición natural del bebé, para que tampoco les haga ningún mal. En la red cangura hablan con detalle sobre esto.
Mi pasión por la Manduca nació porque poco antes de cumplir un mes, el Peque empezó a sufrir cólicos de lactante. Pues resulta que en el grupo de apoyo a lactancia de la Seguridad Social, las matronas explicaron que la posición vertical que tienen los bebés en las mochilas (fulares etc) va muy bien para aliviar y reducir los cólicos.
Además comentaron que también servían para que los bebés muy demandantes (que zampan casi cada hora una vez incluso pasado el primer mes de vida) espacien las tomas.
Y es cierto, la Manduca ha sido mi mejor inversión en descanso porque ha sido mi arma para apaciguar al Peque en el momento de los cólicos, y para que éstos no fuesen tantos a lo largo de la semana. También al principio me sirvió para que se durmiese unas 2 o 3 horas durante nuestro paseo mochilero matutino y que poco a poco dejara de pedir teta a los 40 minutos. Siguió comiendo mucho porque es comilón, pero esas tomas extras que hacía por tener roce y cariño fueron desapareciendo ya que ese amor extra diario lo iba recibiendo en los ratos que pasaba a bordo de la mochila con el calorcito de mami (cerca de la comida, del corazón de mamá, con su aroma cerquita y con una mano acariciándole el cogote, jejeje)
¿Alguna/o de vosotras es también mochilero/a como yo? ¿Habéis probado lo de apaciguar los cólicos o lo de espaciar las tomas?

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